Volvemos al ruedo de la blogosfera luego de una ausencia de varios meses producto de la simple pereza, para qué vamos a andar mintiendo.
Como para desperezarse, justamente, se puede empezar por un pequeño comentario general sobre este Nuevo Congreso Paralizado del que se está hablando.
Desde las elecciones de junio del año pasado, se prometía un Poder Legislativo renovado, pujante, (¿más?) progresista, republicano y todos los etcéteras que se quieran agregar, el que iba a contrastar con el Viejo Congreso Arrodillado.
Todo está por verse. Hasta el momento, sólo se cambió una mayoría más o menos consolidada, pero que se iba disgregando de a poco, por otra desmigajada, la que lo único que consiguió por ahora es el reparto de los espacios de poder internos en cada Cámara. Que no es poco, pero se supone que ese reparto se hizo para algo, no sólo para llenar los casilleros.
El balance de 2010 ya lo están cerrando los mismos que hicieron arrancar una bola de nieve muy difícil de parar apenas terminadas las elecciones. Como ocurre habitualmente, la desilusión es directamente proporcional a las expectativas. Tal vez los vaticinadores esperaban que todas las acciones fueran tan rutilantes como lo fue el manotazo a las comisiones. (Uso “manotazo” en el mismo sentido en que lo suelen usar los medios “independientes” ante cualquier decisión del oficialismo. Cuando la decisión exitosa es del no oficialismo, los calificativos son bien distintos…). Pero la lógica de este manotazo es bien contraria a la cháchara del consenso y del diálogo. Tan contraria es que hasta hay dos senadores fueguinos que acudieron a la justicia porque no les dieron ningún lugar en las comisiones.
Pareciera que lo primero que habría que preguntar es quiénes deberían ser los participantes de ese eventual diálogo superador de toda diferencia, aunque su falta es evidente. En el caso del Senado es claro que debe incluir a la primera minoría, porque el Grupo A(úlico) no consigue ni puede estabilizarse. Se precisan unos a otros. En Diputados, parecen estar algo más cohesionados, pero su pujanza no les resulta todo lo tangible que los corifeos de la derrota del gobierno necesitan.
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