martes, 8 de julio de 2008

Una Constitución para La Nación

En La Nación de hoy, bajo el título "El Gobierno insiste en no cambiar el proyecto", se dice:

Soportar otro debate en la Cámara de Diputados y conseguir los dos tercios de los legisladores para aprobar cualquier tipo de modificación que propicie el Senado significa, para la Casa Rosada, un temblor que no están dispuestos a tolerar.
La ajustada votación en la Cámara baja dejó exhaustos a los hombres del oficialismo. Si el proyecto de retenciones es modificado por los senadores, esta vez el Gobierno necesitará más aliados para su ratificación, y no la mayoría simple que debió conseguir en el debate del sábado.

¿Habrá alguien en la redacción del diario que se ocupe de controlar que no se digan semejantes burradas? La lectura de los artículos 77 a 81 de la Constitución Nacional, correspondientes al procedimiento para la formación y sanción de las leyes puede resultar algo confusa, pero es ineludible si se quiere informar apropiadamente sobre el camino que tiene un proyecto de ley en el Congreso.
Es verdad: es muy posible que para el oficialismo sea poco conveniente que el proyecto de las retenciones sea modificado en el Senado y, por lo tanto, deba ser considerado nuevamente en la Cámara de Diputados. Pero la cuestión de las mayorías es un tema aparte. Una buena síntesis del procedimiento puede verse aquí.
¿Cuáles serían las distintas alternativas que podrían darse? Por supuesto, si el Senado aprueba el proyecto enviado por la Cámara de Diputados con la mayoría absoluta de los presentes, el capítulo parlamentario terminó, salvo un eventual veto del Poder Ejecutivo.
La cuestión se presenta, como dice la nota, si se le introducen modificaciones al proyecto. Las posibilidades previstas por la Constitución son dos (y sólo dos): que las reformas sean votadas por mayoría absoluta o por los dos tercios, en ambos casos computados sobre los presentes. Esta diferencia adquiere relevancia si y sólo si la Cámara iniciadora, en este caso la de Diputados, tuviera intención de insistir en su sanción original, ya que para aceptar las modificaciones es suficiente la mayoría absoluta de los presentes.
Dado que un consenso que signifique el voto por los dos tercios en el Senado de este proyecto ya aparece como algo imposible, se debe concluir que, salga como salga, se va a votar con la mayoría absoluta de los presentes. Esto significa que los 129 diputados que votaron afirmativamente la iniciativa de las retenciones el sábado pasado, tendrían abiertas las opciones para insistir con su criterio, o para aceptar las modificaciones de los senadores.
Suponiendo que lo anterior haya sido bien explicado, no hay dificultad en ver lo alejado de la realidad institucional que es el párrafo transcripto más arriba, independientemente de las dificultades políticas que se pudieran presentar para volver al tratar el proyecto en la Cámara de Diputados.

miércoles, 2 de julio de 2008

Sesionando el fin de semana

Al momento de escribir estas líneas, las comisiones de Agricultura y Ganadería y de Presupuesto y Hacienda no produjeron dictamen sobre el proyecto de las retenciones. Luego de hacer una recorrida por los medios on-line, no es posible saber si las reformas que los diputados oficialistas acordaron entre ellos introducirle admiten más modificaciones (como "conceder" que el techo para las compensaciones sean las 1000 toneladas de soja, en vez de las 750), o si es la postura definitiva del oficialismo.
Igualmente, se puede plantear alguna pequeña duda sobre la forma en que se va a reflejar el debate en la sesión de este proyecto, dadas ciertas condiciones.
Los diputados opositores fatalmente no van a estar de acuerdo con el dictamen que salga de las comisiones (máxime teniendo en cuenta que su única propuesta unificada, hasta ahora, es la derogación lisa y llana de la resolución 125). ¿Cuál va a ser su actitud cuando se quiera llevar el asunto al plenario de la Cámara?
Parece darse como un hecho que el proyecto va a ser considerado de aquí al sábado. Como se supone que todo despacho de comisión debe quedar en observación durante siete días hábiles luego de ser impreso y distribuido para que los diputados que no integraron las comisiones puedan conocerlo y formular las observaciones que consideren pertinentes (artículo 113 del Reglamento de la Cámara de Diputados), es evidente que los tiempos se van a acelerar al máximo. O eso es lo que se supone...

Senderos que se bifurcan

El camino que posiblemente se tome sea el de citar a la realización de una sesión especial para considerar dicho dictamen. Una cuestión que puede generar dudas es, precisamente, la posibilidad o no de darle tratamiento este tipo de despachos sin una decisión de una mayoría especial (dos tercios de los votos) de la Cámara. Para esto hay antecedentes tanto a favor como en contra.
Los diputados no oficialistas, ¿adoptarán una postura obstruccionista al tratamiento del dictamen?

Digresión pretendidamente aclaratoria

Despejemos rápidamente esto de "postura obstruccionista". Habitualmente se dice que la responsabilidad del quórum es del oficialismo. Es decir que si, por el motivo que sea, el no oficialismo pretende dificultar el tratamiento de un proyecto, va a esperar a que los diputados del gobierno lo consiga. Es una táctica parlamentaria habitual, de la que no hay que asustarse ni criticarla siempre y bajo toda circunstancia, pero de la que no se debería abusar.
Otra posible táctica es, una vez iniciada la sesión por haberse conseguido el quorum, sostener que son necesarios los dos tercios de la cámara para habilitar el tratamiento de un dictamen sin el término vencido, como si se tratara de un proyecto sobre tablas. Esto podría demandar cierto tiempo de discusión, mientras, tal vez, se siga conversando entre los bloques.
En definitiva, de apelarse a estas estrategias, la oposición conseguiría postergar por horas o días que se apruebe un proyecto con el que dicen no estar de acuerdo.

¿Vagos o patriotas?

Cuando un grupo de legisladores (sin importar de qué sector) recurre a la práctica de no dar el quórum, los medios repiten la cantinela de que son vagos, de que se les paga por trabajar, y otros sinsentidos por el estilo. Hay infinidad de motivaciones para recurrir a esta estrategia. Una muy simpática se le atribuye a quien fuera presidente del bloque de la UCR durante el gobierno de Alfonsín y al comienzo del de Menem, César Jaroslavsky, quien decía que si se los obligaba a concurrir sí o sí a sesionar, los diputados de la minoría que no estuvieran de acuerdo con un proyecto al que no pudieron modificar en ningún sentido lo estarían "votando con el culo", en alusión a la necesidad de estar sentados en sus bancas para que se los cuente para el quórum.
Tengo enormes dudas de que se les vaya a aplicar el mote de vagos a los diputados no oficialistas que no concurran a prestar el quórum, si eligieran esa táctica. Y hasta podría ocurrir que muchos comunicadores se olviden de sus críticas para pedirles por favor que lo hagan de esa manera. Sería una gran oportunidad para que tales comunicadores se informen y aprendan un poco de tácticas parlamentarias, y las transmitan, por una vez, con cierta precisión. Y que su público no lo olvide.