sábado, 28 de marzo de 2009

Nadie dijo que fuera fácil

Era hora. Alguien parece que se puso a leer el Reglamento de la Cámara de Diputados, y le solicitó por nota (“varias”, según dicen que dice) al Presidente de la Comisión de Agricultura y Ganadería que la convoque para considerar, presumiblemente, algún proyecto sobre las retenciones.

Nadie dijo que fuera fácil. En la misma nota, se dice que Cantero Gutiérrez “se negó sucesivamente” a encabezar las reuniones, o tal vez debiera decirse a convocarlas. El motivo de esta negativa se puede ver aquí: " ‘Hay 32 proyectos de ley que tienen como cabecera la Comisión de Agricultura y Ganadería sobre los derechos de exportación. Esos 32 proyectos deben ser tratados algunos con Agricultura y Comercio, otros con Agricultura, Presupuesto e Industria, otros con Agricultura y Economías Regionales por lo que pedí el miércoles pasado a las autoridades de Diputados que unifiquen las comisiones en que se deben tratar los proyectos de ley que plantean con diferentes variantes los derechos de exportación’, justificó."
Sí, puede sonar a chicana. Tal vez lo sea. El Presidente de la Cámara, en este contexto y según los dichos transcriptos, se está o estuvo tomando su tiempo para resolver la cuestión. Además, suena un poco desproporcionado que se pretenda considerar treinta y dos proyectos en forma conjunta, y hasta me parece que tendría pocos antecedentes. Es de imaginar que se los clasificará en cierta manera, y dividir así su tratamiento. Suponiendo, obviamente, que el Presidente de la Comisión de Agricultura y Ganadería realmente va a convocarla.

Pero veamos esto con un poco de detalle. Y más si se tiene en cuenta que en la información más reciente se olvidaron de lo dicho por Cantero Gutiérrez.
Las notas que el Vicepresidente 1º de la Comisión dijo haber presentado presumiblemente le estarían solicitando la convocatoria a reunión para considerar el proyecto de retenciones acordado con la Mesa de Enlace. Pero habría treinta y un iniciativas más (algunas pueden verse acá, acá o acá).

¿Por qué es importante que los proyectos tengan un giro[i] unificado a las comisiones competentes? Dada la práctica habitual de análisis de las iniciativas, para su tratamiento conjunto es necesario que puedan ser considerados por las mismas comisiones. De lo contrario, debería haber dictámenes separados. El giro diferenciado podría provenir de que los proyectos tratan cuestiones diferentes: si bien todos se refieren a asuntos del campo, unos podrían contener disposiciones impositivas para el estudio de la Comisión de Presupuesto y Hacienda, mientras que otros hablen de sistemas de comercialización de los productos para el estudio de la Comisión de Comercio. O ambas cosas al mismo tiempo. U otras adicionales. Los autores de los proyectos son los que, de algún modo, “predeterminan” a qué comisiones les corresponde intervenir en la redacción de aquellos.

Por otro lado, en las mismas informaciones se dice que el oficialismo quedó en minoría en la Comisión, lo cual le es inaceptable tanto política como reglamentariamente. Es una regla aceptada por todos (y cuando digo “todos”, quiero decir “todos”) que las comisiones deben reflejar, en lo posible, la composición política del cuerpo. Es decir, si el partido X tiene la mayoría absoluta de la cámara de que se trate, debe tener la mayoría absoluta en todas y cada una de las comisiones. En el caso específico de la Comisión de Agricultura y Ganadería, el oficialismo tiene diecisiete diputados sobre treinta y cinco posibles. Esta última cantidad es el número máximo de miembros que puede tener la comisión de acuerdo al artículo 61 del Reglamento.

Se plantea la dificultad, entonces, de cómo solucionar este problema. De haber margen, con la designación de dos diputados más, se podría recomponer la relación de fuerzas. Pero no lo hay. Este sería un escollo más para la convocatoria a reunión de comisión.

Nadie dijo que fuera fácil. Aquí se puede ver un análisis de posibles estrategias para obtener una decisión del Congreso sobre las retenciones, aunque con alguna propuesta algo disparatada, como la de la iniciativa popular. Pero definitivamente no se trata de estudiar los caminos parlamentarios para el asunto. Apenas hay un atisbo en las declaraciones del Vicepresidente de la Comisión, pero nada más. Sin embargo, todas tienen un punto común, que es el largo plazo (en los términos en que viene planteado el conflicto), poco compatible con las permanentes amenazas, los gestos adustos, el “hundimiento” del que se hace gala todo el tiempo.

Nadie dijo que fuera fácil. Si los cronistas parlamentarios se tomaran en serio su trabajo, podrían hacer un seguimiento de los trámites involucrados en las declaraciones de los diputados Gribaudo y Cantero Gutiérrez. En particular, este último adoptó el compromiso implícito de convocar a la comisión cuando tuviera resuelto lo de los giros, y, de no hacerlo, se le podría preguntar qué lo detiene. Pero esas expresiones se fueron diluyendo por la propia dinámica del periodismo que tiende a “olvidarlas” a favor de la “alta política” (el lobby, la iniciativa popular, las elecciones, las “fuertes presiones” –que ahora sí parecen aceptables–, los candidatos del sector…).

Nadie dijo que fuera fácil.

[i] En la jerga parlamentaria, se denomina “giro” a la decisión del Presidente de la Cámara por la cual se remite un proyecto a una o varias comisiones para su estudio y eventual dictamen. En la práctica, esta tarea la realizan más de un funcionario en una primera instancia, lo que podría explicar la diferencia de criterios en algunos casos.

miércoles, 18 de marzo de 2009

El polémico mecanismo de calificar las cosas de "polémicas"

Casi sin disimulo hoy se puede ver cómo un medio periodístico, en este caso La Nación, aporta su granito de arena a la “sensación de desprestigio” del Congreso.
Para comprobarlo, basta leer en paralelo dos de sus notas:

En el primer caso, se dice: “Como hizo cada vez que quiso apurar una ley, el oficialismo apeló al polémico atajo de convocar a una sesión especial para esquivar los plazos legales que impone el reglamento” (subrayado propio).
En el segundo, se puede leer el artículo completito, que no se podrá encontrar ninguna referencia a que el mecanismo utilizado por los diputados no oficialistas sea un “polémico atajo”. Pero sí que la instancia del jueves es clave o definitoria, y un disparador para nuevos cortes de ruta.
Al momento de escribir estas líneas la sesión de hoy sobre las elecciones ya comenzó, y el proyecto muy probablemente salga aprobado, mientras que mañana sólo va a haber “manifestaciones en minoría” (tal la expresión utilizada cuando hay discursos por falta de quórum).
El polémico diario utiliza el polémico mecanismo de realizar polémicas calificaciones para, polémicamente, arrimar más leña al fuego. Vaya uno a saber por qué –pero es fácil de imaginar– en un caso el mecanismo es “polémico”, pero en el otro su no realización es el fin del mundo y el muy probable retorno al peor escenario de 2008.
Todos los protagonistas involucrados –dirigencia, parlamentarios y, supongo, periodistas– saben que es falso que la convocatoria a una sesión especial en las condiciones planteadas sea “agotar todas las instancias”. Es más bien apurar “todas las instancias”, obtener el título catástrofe para la edición del viernes y asegurarse los cientos de comentarios fascistas de lectores indignados.
Acá no se juzga los proyectos en sí mismos. Y hasta podría aceptar que lo de las elecciones no es la mejor decisión. Pero si “informar” de la manera en que se hace no es jugar al juego del desprestigio, no sé qué pueda ser…

domingo, 15 de marzo de 2009

Once días de titulares

En las últimas semanas, y de acuerdo a cómo se presenta la información, el Congreso recuerda a aquellos personajes de los que se habla pero que nunca aparece. Para sonar pretencioso, podría dar el ejemplo de Esperando a Godot.
Tal vez la semana que viene pueda cambiar el panorama.
La cuestión es que, por un lado, se anunció profusamente que la dirigencia rural recurriría a los parlamentarios para obtener una decisión que desde el Poder Ejecutivo no les iba a ser posible. Por otro, la Presidenta dijo que va enviar al Congreso un proyecto de ley para adelantar las elecciones.
En el primer asunto, la claridad brilló por su ausencia. Mientras unos se reunían ¿a pensar en algún proyecto?, otros decían solicitar la realización de una sesión especial. La información no profundizó de ningún modo sobre las estrategias que utilizarían los legisladores no oficialistas para la discusión del o de los proyectos sobre las retenciones. Hasta podría afirmarse, incluso, que no se hizo esfuerzo por conocerlas.
Los que, teóricamente, impulsaban una sesión especial, sabían perfectamente que es el mejor camino para no tener debate. Habrá discursos, a lo sumo. Pero debate, nada. Y mucho menos decisiones. Lo cual es diametralmente opuesto a lo que se supone que pretenden los ruralistas, quienes siempre dicen procurar “soluciones”.
En el tema electoral, más allá de las intencionalidades y/o conveniencias y/o necesidades, la información gira alrededor de la posibilidad o no de cumplir con un trámite acelerado como para que la convocatoria a elecciones pueda realizarse el 28 de marzo. Lo de “acelerado” habría que matizarlo un poco. Si el proyecto de ley efectivamente ingresa el lunes 16, habría doce días para su sanción. Podríamos decir once, suponiendo que el acto de promulgación y la convocatoria deban ser publicados el mismo 28. Esto nos lleva, otra vez, al tema de “los tiempos” que se manejan en las cámaras legislativas. Y a los ejemplos de proyectos que obtuvieron rápida sanción (la convertibilidad, la eliminación de la “tablita”, la transferencia de los fondos de las AFJP a la ANSeS).
Sancionar leyes en pocos días pareciera que no asegura un análisis reposado. ¿Cuál es la alternativa? ¿Cómo demuestran los legisladores haberlo realizado o estar haciéndolo? ¿Con varias reuniones de comisión? Es preciso entonces recordar las tumultuosas reuniones de la Comisión de Agricultura y Ganadería del año pasado sobre el proyecto de las retenciones. Hubo pocos medios que demostraron haber escuchado a los muchos disertantes que tuvieron, y preferían hablar, en cambio, de un “diálogo de sordos”.
Pero la información va a girar en cómo cada uno va contando sus porotos o si el oficialismo consigue o no quórum. Si en el medio hay alguna peleíta, tenemos titulares asegurados.
¿Los debates? No, no. Esos son diálogos de sordos.