sábado, 26 de diciembre de 2009

Estrategias y decretazos

La cuestión de los decretos de necesidad y urgencia (DNU) es un problema que sigue sin resolverse. Eran una complicación antes de la asunción de Menem, pero que se presentaba cada tanto. Durante la presidencia de este último se convirtieron en avalancha a tal punto que fueron incluidos entre los asuntos a considerar por la Convención Constituyente de 1994. La “solución” que se encontró fue simplemente patear la pelota para adelante: el Congreso los analizaría con el auxilio de una Comisión Bicameral Permanente (nótese la utilización de las mayúsculas por parte de la misma Constitución). De qué manera, con qué alcance, nadie lo sabía. En la propia convención se habló de la falta de acuerdo entre los bloques para avanzar un poco más de lo que se hizo con el texto del artículo 99, inciso 3. Pese a las ideas alborozadas de algunos convencionales, en especial las del ex Presidente Raúl Alfonsín, la interpretación dominante es que el DNU tendrá vigencia y debe ser aplicado siempre y cuando el Congreso no lo descalifique expresamente.
La creación del Fondo del Bicentenario con reservas del Banco Central de la República Argentina para asegurar los pagos de la deuda en 2010 mediante un DNU promete reflotar todas estas discusiones, aunque por ahora estamos en el round de estudio.
Por otro lado, el cocktail se completa con las controversias derivadas de la conformación de la comisión bicameral, reedición de las de la sesión preparatoria de la Cámara de Diputados y preliminar de la de la Cámara de Senadores. De acuerdo a lo que dispone la ley 26.122 (la que, finalmente, la creó), la comisión está compuesta por ocho senadores y ocho diputados. Como en toda comisión, se debe reflejar la composición política de las cámaras. La semana pasada, los presidentes de ambas designaron a los integrantes: 50% para el oficialismo, 50% para la oposición. Si bien en el Senado pareciera haber este equilibrio, en Diputados es dudoso, aunque los estrictos porcentajes manejados en la sesión preparatoria del 3 de diciembre tampoco sostienen la proporción 5-3 que pretende el no oficialismo.
Esta pequeña introducción pretende ser el marco para analizar la noticia sobre las estrategias de la oposición en contra del DNU creador del fondo.
La estrategia judicial del PRO no es de nuestra competencia. Para evaluarla, se puede leer con provecho este post de Arballo, cambiando “ley de medios” por “DNU del fondo”. Sólo podría agregarse que el eventual juez amigo que encuentren tendría que tener en cuenta que hay un procedimiento específico dentro del propio Congreso aún pendiente.
Es obvio que es el Congreso quien debe darle un primer análisis al DNU, con comisión o sin ella. La información tiene muchos supuestos y medias palabras, fiel al estilo de “decime lo que yo quiero escuchar” utilizada por Clarín en el último tiempo, como por ejemplo lo de Alfonso Prat-Gay, quien califica de inconstitucional al DNU porque se apropia de facultades del Congreso. Este es el problema de los DNU justamente, no sólo de éste. Lamentablemente, el sistema los adoptó, los incluyó, los reguló y les dio una respuesta. Parcial, pero respuesta.
Con respecto a la consideración que hagan las cámaras del Congreso, aquella no debe ser, necesariamente, “luego de expedirse la Comisión” —lo cual está en línea con lo dicho bien al comienzo de la nota (“la UCR, el peronismo disidente y la Coalición Cívica se disponen a bloquear la iniciativa en la comisión bicameral de control de los DNU”). Evidentemente, el autor de la nota no leyó la ley 26.122, ya que la misma establece que las cámaras se abocarán al “expreso e inmediato tratamiento” del DNU una vez vencido el plazo. Como pequeña aclaración, se puede decir que hasta tanto las cámaras no se aboquen al tratamiento del DNU, la comisión podría emitir dictamen. Nada se lo impide. Pero el Congreso está en receso, y la Constitución no prevé la convocatoria a sesiones extraordinarias por el solo dictado de un DNU. Hubiera sido de esperar que la Presidenta lo hiciera, pero la situación en el Poder Legislativo no es de las más amigables, pese a todos los llamados al consenso que se declaman.
Ahora bien, ¿cuál es el alcance que tiene el análisis del Congreso? Obviamente, esta no es una cuestión a la que Clarín le dispense ni siquiera un tratamiento tangencial. El dictamen de la comisión bicameral, de producirse, se debe expedir acerca de “la adecuación del decreto a los requisitos formales y sustanciales establecidos constitucionalmente para su dictado”. Es decir que, por un lado, se debe verificar que la materia no sea de las prohibidas por la Constitución (tributaria, penal, electoral o de partidos políticos) y que tenga la firma de todos los ministros, del Jefe de Gabinete y del Presidente, claro, lo que serían los requisitos formales, pero, por el otro, tendríamos a “lo sustancial”, que, tal vez, podría ser identificado con la existencia real de una situación de necesidad y urgencia, más allá de la decisión en sí misma. Esta parece ser la línea de los dictámenes producidos por la comisión bicameral hasta el momento, tanto para la mayoría como para (algunas de las expresiones de) la minoría y el camino elegido por Gil Lavedra.
Salvo que la Presidenta convoque a sesiones extraordinarias, esta discusión se producirá en marzo, con un pequeño adelanto en el seno de la comisión bicameral, si es que se superan las controversias sobre su integración y, posteriormente, la elección de su Presidente. Será interesante ver cómo va a titular Clarín cuando se compruebe que la oposición no va a poder bloquear el asunto en la comisión…

viernes, 18 de diciembre de 2009

Veto parcial para periodistas

El diputado Rossi cometió el sincericidio de afirmar que la Presidenta vetará las leyes aprobadas por el “Nuevo Congreso” que sean contrarias a las ideas del gobierno. Nos guste o no, el veto forma parte de los mecanismos de “pesos y contrapesos” entre el Poder Legislativo y el Poder Ejecutivo previstos por la Constitución. Se nos dirá que la conformación de las cámaras surgida de la última elección debería indicar un cambio de rumbo y que aunque esté previsto, sería políticamente incorrecto descartar decisiones de un Congreso surgido de “otra” voluntad popular. Como es habitual, la realidad política confronta con la formalidad constitucional.
Esta pequeña introducción puede venir a cuento por la cobertura (aquí y aquí, por ejemplo) que se dispensa a la futura conformación de la Comisión Bicameral Permanente de la ley 26.122, encargada de analizar los decretos de necesidad urgencia (DNU), el ejercicio de las facultades delegadas y los vetos parciales. Y esta última función podría adquirir más relevancia en, por lo menos, los próximos dos años si la Presidenta mantiene su conducta de pocos DNU. Pero, ¡ojo!, esta comisión analizará los vetos si y sólo si estos sean parciales, y sólo para determinar si, como exige la Constitución, la parte promulgada tiene “autonomía normativa y su aprobación parcial no altera el espíritu ni la unidad del proyecto sancionado por el Congreso” (artículo 80, C.N.). Este asunto ya lo traté hace un tiempo, pero tal vez sea necesario volver a alertar sobre el desconocimiento del periodismo al meter todo en la misma bolsa.
Señores periodistas: un veto total no va ni puede ser considerado por esta comisión, sino que transitará por el mismo camino que lo viene haciendo desde 1853, es decir quedará a consideración primero de la cámara iniciadora del proyecto; si ésta aprueba la insistencia con dos tercios de los presentes se remitirá a la revisora para que analice si también ella va a insistir con los dos tercios.
Es más, señores periodistas, no todo veto parcial va a ser considerado por la comisión bicameral, sino aquellos en los que simultáneamente haya una promulgación parcial. El Poder Ejecutivo podría estar en desacuerdo con uno o varios artículos de una norma, expresarlo de esa manera (es decir que podría acordar con el resto del proyecto), decidir el veto parcial y devolver todo el proyecto al Congreso, tal vez porque el resto del articulado no tenga aquella autonomía normativa exigida por la Constitución. En este caso, el asunto no va a ser enviado a la comisión bicameral permanente, y nadie podría quejarse de ello. ¿Habrá un escándalo mediático cuando esto ocurra? A no dudarlo…

lunes, 7 de diciembre de 2009

El balance de 2010

La pobreza intelectual de esta nota merecería un comentario. Pero no quisiera repetirme a mí mismo. Por eso no voy a decir nada de los balances que empiezan ya a pulular en los medios (aquí y aquí, por ejemplo) sobre la tarea del Congreso.
Prefiero tratar de especular un poco sobre cómo serán estos balances a fin de 2010 cuando haya algunos pocos elementos para juzgar a este Nuevo Congreso del que tanto se habla.
Algo que me llama poderosamente la atención es la expectativa que se le está generando, y no puedo menos que preguntar por qué se le pone la vara a tal altura que hasta podría ser imposible de saltar. Es verdad que el no oficialismo hace tiempo dio a conocer una agenda algo difícil de cumplir, pero, bueno, en público siempre se grita más fuerte. El problema es la inevitable decepción que viene después. Lo raro, si así puede llamarse, es que sean los mismos medios cuyo fin es terminar con la era K los que no puedan ver que así también perjudican a los competidores. O tal vez sí lo vean…
Mucho se habla del diálogo. En esto parece haber miradas contradictorias (las de Aguad y Alfonsín, por ejemplo). Más allá del deseo y los discursos, van a ser imprescindibles para que las decisiones del Congreso tengan algún ánimo de permanencia. Pero si unos son los malos malísimos y otros son los buenos buenísimos de la historia poco queda por hacer.
Hace algo más de treinta años se propuso adoptar el concepto de “viscosidad” para el análisis de la actividad parlamentaria. Dicho concepto pretendía dar cuenta de aquellos órganos legislativos que no tenían el poder suficiente ni para establecer por sí mismos las políticas públicas ni para decir que no al Poder Ejecutivo. Lo que sí podían hacer era hacer más difícil el tránsito de sus iniciativas. Hasta donde pude ver el concepto tuvo vida corta, pero bien podría ser útil para imaginarse el cuadro del año que viene.
Una función muy poco tenida en cuenta por el “gran público” es el control que ejerce o debería ejercer el Congreso. Es de suponer que aquí habrá una actividad intensa el próximo año. Pero los medios suelen olvidarse de ella, salvo que se haga a través de una comisión investigadora. Pero en este caso no pasan de ser pura espuma, los titulares de un par de semanas, y poco más. El Congreso tiene muchas comisiones de control, pero su actividad pasa desapercibida, un poco porque, por varios motivos, a ellas también se les aplica el criterio de reflejar la composición política del cuerpo o cuerpos parlamentarios. La mayoría oficialista tiene pocos incentivos para controlar al gobierno del que forman parte. Pero la/s minoría/s le ponen muy poca garra…
Los balances de 2010 pueden llegar a tener un componente adicional a los que se vienen repitiendo y repitiendo desde 1983: la decepción de que el Nuevo Congreso no haya sido ni tan “nuevo” ni tan “congreso”. Hoy la Princesa resalta la necesidad de diferenciarse de los integrantes de la “mayoría circunstancial”. No le van a poder echar la culpa a los malos malísimos. ¿Quién va a pagar el pato?

jueves, 3 de diciembre de 2009

Preparando la sesión preparatoria

Si hasta hace algún tiempito se creía que la sesión preparatoria en la que pretendía incorporarse Patti como diputado electo había sido de las más movidas y destacadas de los últimos años, la de hoy promete mucho, muchísimo, más circo que aquella. En realidad no hay que remontarse muchas décadas para encontrar sesiones preparatorias al tono de la de Patti. Durante la Presidencia de Frondizi, se producían conflictos porque el sistema electoral habilitaba la llamada “borratina” (las listas no eran bloqueadas, y el elector podía alterar el orden en que figuraban los candidatos, borrando a alguno de ellos). Solía ocurrir que las líneas internas de los partidos recurrían a la “borratina organizada”: una buena cantidad de votantes borraba al mismo candidato por indicación de algún otro. (Quienes proponen abrir y desbloquear las listas de candidatos harían bien en leer los diarios de sesiones de esa época.)
La sesión de hoy tiene el condimento de que nadie está seguro de cuántos votos va a tener. Si bien la oposición se adjudica la mayoría, está todo por verse. Hay una buena cantidad de diputados que están de lo más contentos con el rol de árbitros que hoy van a estrenar.
Clarín hace un despliegue interesante. En un reportaje a Aguad le hacen decir en el titular correspondiente algo que está a contramano de su discurso habitual acerca del diálogo, el consenso y la sarasa: “El que tiene la mayoría impone las reglas”. En el cuerpo de la nota, el entrevistado se queja de que los K así lo hicieron todos estos años, y ahora no quieren dejarlos a ellos. Insisto en que si de verdad tuvieran el número, hace rato se hubiera terminado la novela de la preparatoria.
En otra de sus notas, vuelven con lo de Pinky. Desde ayer que especulan en que ella podría presidir la Cámara hasta marzo. A ver señores si ponemos las cosas en su lugar. La Presidencia de Pinky podría durar lo que un suspiro. Es tradicional en nuestros cuerpos parlamentarios me atrevería decir desde la Asamblea del año XIII, que en el primer instante sus miembros aún no formalmente incorporados propongan que la presida el de mayor edad. Inmediatamente, se elige a un Presidente provisional para la toma de juramento. Por una cuestión de practicidad se nomina al mismo. A continuación, juran los que deben incorporarse, y luego se eligen las autoridades definitivas. Es decir que ante este panorama de conflicto perfectamente podría darse el caso de que desde el primer momento se proponga otro Presidente provisional, tal vez alguien con más experiencia para manejar una sesión difícil. De hecho, así se hizo en la preparatoria del 6/12/2005, cuando se veía venir lo de Patti.
El tema de los porcentajes y las votaciones conjuntas. Sin que los bloques tengan sus números claros, no hay porcentajes posibles. Pero tampoco los puede haber si la Cámara va a estar fragmentada. Repito: los k químicamente puros podrán tener la primera minoría, pero nada se sabe de muchos de los otros bloques, y menos aún en situaciones cambiantes. El peronismo disidente ya se dividió, por ejemplo, en el tema de las comisiones. ¿Cómo se puede votar algo que no se tiene claro?
En 1984 se estrenó la película Las bicicletas son para el verano, basada en una obra de Fernando Fernán Gómez. Era la época de El crimen de Cuenca, Solos en la madrugada, Los santos inocentes. Contaba la historia de una familia madrileña durante los años de la guerra civil, y las privaciones que pasaban. Casi al final de la película, con el conflicto terminado, hay una escenita que me quedó grabada: los protagonistas (padre e hijo) ven a unos guardias civiles (o soldados franquistas, no me acuerdo), maltratando a alguien por la calle con total impunidad (diríamos en estos días). El padre le dice al hijo: “No ha llegado la Paz, ha llegado la Victoria”. Ojalá todos los protagonistas de hoy, en especial quienes obtengan el mayor número de votos, recuerden más la frase “Ni vencedores ni vencidos” que la de la película. La Victoria de hoy, le sonría a quien le sonría, va a ser efímera. Todas las decisiones deberán ser trabajosamente construidas. Espero que lo entiendan, incluso, y en especial, aquellos que ocuparán las barras del recinto de la Cámara de Diputados.

martes, 1 de diciembre de 2009

"Vamos por todo", "¿Podemos?"

Dos versiones recorren los medios: los más exaltados afirman que el no oficialismo intentará forzar (como suelen decir) una votación conjunta de las autoridades de la Cámara de Diputados y de la integración de las comisiones (algo así como el Núcleo de Coincidencias Básicas de la reforma de 1994, pero sin las coincidencias). Los más circunspectos (Crítica, Parlamentario y Página/12) sólo dicen que se reclamará la proporcionalidad en la integración de las comisiones, en parte por falta de un acuerdo integral entre el no oficialismo.
¿Cuáles son los exaltados? A ver, a ver… y sí, claro. La Nación y Clarín, obvio. Este último, como es más farandulero, desde ayer que destaca que Pinky va a ocupar la Presidencia provisional de la Cámara por ser la de mayor edad de quienes van a estar presentes el 3 de diciembre, el día de la jura de los diputados electos. La única función del Presidente de mayor edad suele ser tomar este juramento, justamente. A continuación, se eligen las autoridades definitivas. El reglamento no prevé una votación conjunta; tampoco la prohíbe. Pero parecen ser de naturaleza distinta, ya que una (la de las autoridades de la cámara) es “a [¿simple?] pluralidad de sufragios”.
Como la Cámara en estos últimos veintiséis años no se abocó a la decisión sobre las comisiones en la sesión preparatoria, sino que la delegó en su Presidente, la mecánica para hacerlo está por verse (vale aclarar que tampoco lo hizo en el período 1973-1976, y me atrevería a decir que antes tampoco). Los actores del jueves, es de esperar, tendrán alguna idea concreta al respecto.
Dados los diferentes “ángulos” de la información manejados por los medios, se podría especular que el oficialismo, en público, va a seguir peleando por la mayoría de las comisiones consideradas “estratégicas” (Presupuesto y Hacienda, por ejemplo, la de los impuestos y el presupuesto, precisamente), lo que es claro que no le corresponde, como ya dije. Estarán, todos, contando los porotos. Si de verdad el no oficialismo tuviera los 133, 135 o 138 que los medios dicen, no habría tantas reuniones ni especulaciones. Como ellos mismos suelen decir, “irían por todo”.