jueves, 22 de abril de 2010

El verdugo ilustrado

Nueva colaboración de Matildo:

Estimado colega:
Indisimulable beneplácito imprimió en mi ánimo la noticia de que la Presidencia de la Cámara de Diputados estudiaba el antecedente que le referí en mi anterior misiva, que vuecencia compartiera con la ciudadanía responsable tan amable como de ordinario.
Tampoco escapó a mi atención la celeridad con que respondió el vicejefe de Estado, haciendo expresa mención de esa devolución sin consideración del cuerpo que resolviera más de una década atrás quien entonces se hallaba tercero en esa línea de supremas subrogancias.
No obstante, debo confesar que inertes resultaron mis esfuerzos en aplacar la extrañeza que me produjo el argumento con el que el custodio de la legalidad de los actos senatoriales pretende ahora desestimar la remisión que nos ocupa.
Sostiene su comunicación que "en los antecedentes referidos la duda sobres (sic) las mayorías surgieron después de las sanciones. En este caso, a diferencia de los antecedentes citados, la discusión sobre el encuadramiento constitucional se dio en el pleno de la Cámara, previo a la votación del proyecto y resuelto por los señores y señoras Senadores."
Rotundo fue mi fracaso, caro profesor, al tratar de compadecer estos juicios con la versión taquigráfica de la sesión del Senado del 23 de setiembre de 1998, que contiene la sanción implicada. Por cuanto el encuadramiento constitucional del proyecto sí fue objeto de discusión previa a la votación y también fue resuelto, a contrario de lo expresado por el señor vicepresidente de la República.
En efecto, es fácil confirmar que el entonces jefe de la bancada de sus correligionarios afirmó que:
El inciso 3 del artículo 75 de la Constitución Nacional establece que se requiere la mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara para modificar asignaciones de recursos coparticipables. En consecuencia, si el bloque oficialista insiste en sus modificaciones y la bancada radical mantiene su posición de que se sancione el proyecto tal cual fue remitido por la Cámara de Diputados, no se obtendrá la mayoría necesaria para la sanción.

También, que su par justicialista respondió que la interpretación del bloque mayoritario era que el requerimiento de la mayoría agravada ya había sido cumplimentado en la votación en general, entonces carecía de importancia que no se alcanzara ese número en el tratamiento en particular. Que el presidente de la comisión de asuntos constitucionales secundó esta interpretación, si bien para despejar dudas sugirió que el artículo que asignaba los recursos coparticipables a los salarios docentes fuera apoyado por unanimidad. Y que en la votación que siguió, el bloque minoritario del radicalismo hizo saber a la presidencia que rechazó todas las modificaciones al proyecto venido de la Cámara baja, dejando así constancia que no se alcanzaron los votos que, según su interpretación, eran requeridos.
Hipotetizo que el muy comprensible deseo de mostrase ejecutivo que denota el señor Presidente del Senado conspiró contra una mayor clarificación de los hechos que fundamentan la grave decisión de devolverle una sanción sin considerarla. Hago sinceros votos para que semejante nivel de chapucería no devenga norma si acaso la voluntad sagrada del pueblo decide ungirlo a la primera magistratura.
Infinitamente suyo, lo saludo.
Matildo Arsenio Tereré

Primer Asistente de Verdugo
Cárcel del Pueblo, Principado de Transvalaquia

miércoles, 21 de abril de 2010

En Infobae y Parlamentario se hace una fría crónica de una decisión de impensadas consecuencias que se adoptó hoy temprano en la Cámara de Diputados. Es raro que, acostumbrados a editorializar, los medios guarden un prudente silencio a este respecto.
¿Qué fue lo que se votó? En rigor se trató de una interpretación al artículo 108 del Reglamento de la Cámara, tal y como habilita su artículo 228. Para mayor claridad (?), transcribo ambos:

Artículo 108.- Las comisiones necesitarán para funcionar de la presencia de la mayoría de sus miembros; pero luego de transcurrida media hora desde la establecida en la convocatoria, podrán, con la asistencia de por lo menos la tercera parte de sus componentes, considerar y despachar los asuntos consignados en la citación correspondiente. La Comisión de Presupuesto y Hacienda podrá hacerlo, en este último caso, con la asistencia de por lo menos la cuarta parte de sus miembros.
Sin embargo, luego de fracasada por falta de número una reunión citada para tratar determinado asunto, el mismo podrá ser considerado y despachado por los miembros que concurran a las reuniones siguientes convocadas con el mismo objeto. En este último caso la impresión se hará con el rótulo «dictamen de comisión en minoría», dejándose constancia de las citaciones realizadas para considerar el asunto y de la asistencia de los miembros a cada una de las reuniones convocadas. Para todos los efectos reglamentarios, estos dictámenes en minoría serán considerados "dictamen de comisión".
Si la mayoría de una comisión estuviere impedida o rehusare concurrir, la minoría deberá ponerlo en conocimiento de la Cámara, la cual, sin perjuicio de acordar lo que estime oportuno respecto de los asistentes, procederá a integrarla con otros miembros, en forma transitoria o definitiva según el caso.
Artículo 228.- Si ocurriese alguna duda sobre la inteligencia de alguno de los artículos de este Reglamento, deberá resolverse inmediatamente por una votación de la Cámara, previa la discusión correspondiente.


¿Cuál fue la duda interpretativa? Como dice la crónica, la Comisión de Asuntos Constitucionales realizó una reunión con 38 de sus 49 miembros presentes, y emitió un dictamen con 22 firmas. Como la práctica es (o era) acreditar la presencia y el voto positivo al dictamen con la firma autógrafa del Diputado, para que se lo pueda considerar como de mayoría hubieran sido necesarias 25 (mayoría absoluta sobre el total de miembros). La interpretación que primó durante la sesión fue que, a partir de ahora, se puede contar con la mayoría absoluta sobre los presentes. Lo cual en sí mismo no es grave ni problemático (de hecho, así se hace en el pleno de la Cámara), pero lo que va a ocurrir es que las comisiones podrán emitir dictámenes casi con una ínfima cantidad de firmas. Casi todas ellas tienen 31 integrantes: funcionando con quórum estricto (16 presentes), se podría despachar un asunto con 9 firmas. Y yendo más allá, de acuerdo a lo que dispone el segundo párrafo del artículo 108, si pueden llegar a funcionar con 11 de sus miembros (un tercio de los 31), y si pueden dictaminar con la mayoría de los presentes, bastará con que 6 diputados firmen para que el asunto sea despachado. ¿Y el diálogo? ¿Y el consenso? Bien, gracias.

sábado, 17 de abril de 2010

Tratando de evitar el veto... ¿inútilmente?

El barullo que se armó sobre la modificación a la ley que establece el impuesto a los débitos y créditos bancarios es otro capítulo más del interminable conflicto que se está dando en el Congreso. Es posible que esté equivocado, pero me parece que debe ser la primera vez que a un impuesto se le elimina el tener asignación específica y pasa a ser coparticipable, por lo cual no habría antecedentes directamente aplicables. Ante el hecho consumado de una interpretación contraria a sus intereses, el oficialismo reaccionó mediáticamente, tal y como lo hace el no oficialismo. Pero batallar en pos de evitar que la Presidenta interponga el veto lo veo como una causa perdida si es que en Diputados van a tener más o menos los mismos 140 votos que tuvieron para rechazar el DNU de las reservas. Ya veremos... nada hay seguro en este Nuevo Congreso Despertado.

De todos modos, comparto con los lectores una nueva misiva de mi colaborador espontáneo con seudónimo estrafalario, quien recuerda algún conflictillo entre las dos cámaras del Congreso. Con ustedes, Matildo:

Súbita conmoción causó en el solaz del ejercicio de mi oficio las inquietantes versiones acerca de una obscena violación a la sección orgánica de Constitución de la República, consumada a altas horas de la madrugada en el Senado de la Nación.


En efecto, diversos medios informan que la jefa suprema de la Nación acusó a su suplente y custodio de los sufragios en la Cámara alta de haber permitido que una modificación a la distribución de una contribución coparticipable fuera despachada por el cuerpo sin la mayoría agravada de la totalidad de sus miembros que exige la norma fundamental.


Lejano a mi interés es abonar su aburrimiento con una discusión doctrinaria acerca de si la exigencia de ese número de voluntades legisferantes aplica o no al caso. Ya prestigiosos constitucionalistas y dirigentes se han despachado abundantemente al respecto y me temo que sería poco lo que este servidor podría agregar a ese arduo debate. Mas antes que el contencioso llegue a la funesta instancia de algún togado, quisiera recordar el sinuoso trámite congresional que tuviera a fines de 1998 la ley del incentivo para los docentes, cuando una sanción del proyecto del Poder Ejecutivo por Diputados fue modificada por el Senado sin mediar la mayoría especial que nos ocupa. Consigna el diario de entradas que en esa oportunidad la presidencia de la Cámara baja remitió en devolución el proyecto a su par en la Cámara alta, expresando que el mismo no estaba en condiciones de ser considerado por el honorable cuerpo en virtud de la omisión de esa rigurosa formalidad constitucional.


Por cierto, aquella vez los bloques políticos apoyaron la resolución de la Presidencia, como así también cabe mencionar que finalmente el pleno de la Cámara rechazó con dos tercios de los votos las enmiendas. Con todo, no menos cierto es que esa medida excepcional de devolver el proyecto sin ser considerado allanó el camino a una negociación que involucró a buena parte del arco parlamentario y el gabinete nacional. En mi labor como auxiliar del pilar de nuestro orden social, he adquirido cierta afición a los pormenores de las apelaciones con que los reos enlentecen su marcha hacia el cadalso, con la nada vana esperanza de una conmutación o anulación de pena. En esa conexión, estimo que el antecedente puede ser de utilidad a quienes interesa el destino del presente embrollo legislativo.


Respetuosamente suyo,


Matildo Arsenio Tereré

Primer Asistente de Verdugo
Cárcel del Pueblo, Principado de Transvalaquia

martes, 13 de abril de 2010

Una verdadera simpleza

Que se le dé importancia en Infobae, no debería sorprender. Que se le dé importancia en La Nación, ya es un poco más criticable, pero a esta altura de su conflicto con el gobierno, su filtro tiene una tolerancia grandísima. Pero que le dé importancia en Parlamentario.com es ya imposible de creer. El Congreso, ¿es una escuela, un hospital o una casa de comidas rápidas? Los diputados y senadores, ¿son empleados en relación de dependencia de sus respectivas cámaras? El Presidente del Senado, ¿es el gerente general de una fábrica? ¿Tiene a su cargo el control del ausentismo? ¿Lo va a hacer siempre y en todos los casos?
Ya es grave que un político utilice argumentos de semejante simpleza, pero que un medio hipotéticamente especializado las reproduzca sin un mínimo comentario o matiz parecer ser indicativo de la baja calidad de sus informaciones y análisis.
Después de más de veinticinco años de funcionamiento ininterrumpido del Congreso, este tipo de argumentaciones deberían ser ampliamente descalificadas e inmediatamente desestimadas en la búsqueda de un estudio serio de la institución parlamentaria y de la dinámica política que la sustenta.
El dar o no dar quórum es un mecanismo más (pero de vida relativamente corta) para poder forzar a un diálogo, a un consenso esquivo. Quien recurra a la fuerza para conseguirlo no hace más que demostrar que le interesa bien poco las opiniones de los forzados, sólo quiere decidir. Y también podría ser lo contrario, si es que a quienes pretenden sesionar no se les atiende el teléfono, por decirlo de algún modo.
Hace tiempo que está claro que en el recinto de un órgano parlamentario no se discute, no se debate, no se negocia: se declama. La discusión, el debate, la negociación se producen en otros ámbitos, lejos de las cámaras y de los micrófonos, no porque sean secretas, sino porque hay etapas de esos intercambios en las que es necesario despojarse de actitudes mediáticas en las que todo parece ser “cuestión de principios” para poder explorar las zonas de interés común.

miércoles, 7 de abril de 2010

“Ellos creyeron que sólo iban a tener que ser oposición”

Hace un rato, en un pasillo de la Cámara de Diputados, escuché al pasar una frase que me parece una síntesis apropiada de este Nuevo Congreso Paralizado. Con inconfundible acento norteño, se dijo: “Ellos creyeron que sólo iban a tener que ser oposición”.
Es de imaginar que con “ellos” se refería al no oficialismo, supuestamente mayoría en ambas cámaras del Congreso, pero que todavía no está asumiendo tal responsabilidad. Por el momento, sus acciones están más referidas a tratar de hacer caer decisiones del gobierno que a impulsar propuestas. Si la decisión es decir que “no”, ¿hay diálogo posible? ¿Con quién se dialoga? ¿En dónde queda el discurso del consenso?
Hoy no pudo sesionar ni el Senado ni la Cámara de Diputados, en ambos casos porque el oficialismo no se presentó, pero también porque la supuesta mayoría no asume ese rol y no puede hacer que todos sus “integrantes” se hagan presentes para sostener una decisión que no fue “consensuada” con la primera minoría.
En este sentido es que parece adecuada la frase: si lo que se impulsa son mayoritariamente decisiones negativas, sin matices, sin opciones, sin salidas alternativas, no se puede esperar que el oficialismo vaya a “votar con el culo”, como decía (y debía hacer) Jaroslavksy hace muchos años durante el segundo semestre del fatídico 1989. Si se piensa sólo como oposición, y se actúa sólo como oposición, se debe tener el número suficiente al inicio de las sesiones y al momento de la votación.

sábado, 3 de abril de 2010

El Nuevo Congreso Paralizado vs. el Viejo Congreso Arrodillado

Volvemos al ruedo de la blogosfera luego de una ausencia de varios meses producto de la simple pereza, para qué vamos a andar mintiendo.
Como para desperezarse, justamente, se puede empezar por un pequeño comentario general sobre este Nuevo Congreso Paralizado del que se está hablando.
Desde las elecciones de junio del año pasado, se prometía un Poder Legislativo renovado, pujante, (¿más?) progresista, republicano y todos los etcéteras que se quieran agregar, el que iba a contrastar con el Viejo Congreso Arrodillado.
Todo está por verse. Hasta el momento, sólo se cambió una mayoría más o menos consolidada, pero que se iba disgregando de a poco, por otra desmigajada, la que lo único que consiguió por ahora es el reparto de los espacios de poder internos en cada Cámara. Que no es poco, pero se supone que ese reparto se hizo para algo, no sólo para llenar los casilleros.
El balance de 2010 ya lo están cerrando los mismos que hicieron arrancar una bola de nieve muy difícil de parar apenas terminadas las elecciones. Como ocurre habitualmente, la desilusión es directamente proporcional a las expectativas. Tal vez los vaticinadores esperaban que todas las acciones fueran tan rutilantes como lo fue el manotazo a las comisiones. (Uso “manotazo” en el mismo sentido en que lo suelen usar los medios “independientes” ante cualquier decisión del oficialismo. Cuando la decisión exitosa es del no oficialismo, los calificativos son bien distintos…). Pero la lógica de este manotazo es bien contraria a la cháchara del consenso y del diálogo. Tan contraria es que hasta hay dos senadores fueguinos que acudieron a la justicia porque no les dieron ningún lugar en las comisiones.
Pareciera que lo primero que habría que preguntar es quiénes deberían ser los participantes de ese eventual diálogo superador de toda diferencia, aunque su falta es evidente. En el caso del Senado es claro que debe incluir a la primera minoría, porque el Grupo A(úlico) no consigue ni puede estabilizarse. Se precisan unos a otros. En Diputados, parecen estar algo más cohesionados, pero su pujanza no les resulta todo lo tangible que los corifeos de la derrota del gobierno necesitan.