lunes, 16 de noviembre de 2009

Muchos postulantes, un resultado previsible

Aunque cada día parece más difícil, la única posibilidad que tiene el no oficialismo de poner a alguien “propio” en la Presidencia de la Cámara de Diputados es votar todos por el mismo candidato. Esto es así porque el reglamento dispone que tal elección es “a pluralidad de sufragios”. La elección de autoridades del cuerpo es una de las pocas votaciones que se hacen en las cámaras del Congreso que no es por “sí” o por “no”, es decir que podría haber múltiples postulantes. Si cada bloque va a votar por su candidato, ganará indefectiblemente el del oficialismo (¿asistiremos a una discusión acerca de si “pluralidad de sufragios” significa o no “simple pluralidad de sufragios”?). Y si hay más de dos, también.
Es claro que sería un golpe mediático importante, y la agenda de la cámara podría resultar marcada por tal circunstancia, siempre y cuando las presidencias de las comisiones importantes cambien de manos. Es claro que tendría un valor simbólico enorme, y podría ser el inicio del fin de la era “K”.
Pero lo más mediático, si se me permite la expresión, es el carácter de integrante de la “sucesión presidencial” del Presidente de la Cámara de Diputados, lo que está sobredimensionado, a veces hasta el paroxismo. Veamos.
Se suele diferenciar la acefalía del Poder Ejecutivo en transitoria y en definitiva. La primera se da, la mayoría de las veces, cuando el/la Presidente/a realiza un viaje al exterior. En este caso, el Vicepresidente ocupa su lugar por el tiempo que dure la ausencia. Si el vice estuviera impedido por cualquier circunstancia (podría estar de viaje también), le correspondería ejercer el Poder Ejecutivo al Presidente Provisional del Senado, y si éste no pudiera, recién en este caso lo haría el Presidente de la Cámara de Diputados. Pero es una circunstancia transitoria, y la práctica indica que lo único que hacen es “cuidar” el sillón. El Vicepresidente actual ejerció varias veces el Poder Ejecutivo, y no hubo ninguna crisis ni remoción de funcionarios ni nada que se le parezca. El único episodio que indicaría la desconfianza entre la Presidenta y su vice fue la promulgación express del proyecto de Ley de Medios Audiovisuales, dado el inminente viaje de ella, y la asunción transitoria de él.
Es decir que por el lado de la acefalía transitoria, poco es lo que un Presidente de la Cámara de Diputados opositor podría influir.
Para el caso de la permanente, y a falta de Vicepresidente, la única función tanto del Presidente Provisional del Senado como el de la Cámara de Diputados es citar a la Asamblea Legislativa en un plazo brevísimo para que sea este cuerpo el que designe al funcionario que cumpliría con el mandato inconcluso (un gobernador, un senador, un diputado o el Presidente electo, si lo hubiere), además de, otra vez, cuidar el sillón hasta que la decisión se produzca.
Por lo anterior, en mi opinión es poco apropiado que se le asigne una gran importancia al cambio de manos de la Cámara de Diputados desde el punto de vista de la sucesión presidencial. Sí, por supuesto, tiene peso en cuanto a quién es más fuerte. En términos de “señales” que tanto les gustan al periodismo, sería un gran cartelón, pero también, tal vez, un papelón.

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