Era hora. Alguien parece que se puso a leer el Reglamento de la Cámara de Diputados, y le solicitó por nota (“varias”, según dicen que dice) al Presidente de la Comisión de Agricultura y Ganadería que la convoque para considerar, presumiblemente, algún proyecto sobre las retenciones.
Nadie dijo que fuera fácil. En la misma nota, se dice que Cantero Gutiérrez “se negó sucesivamente” a encabezar las reuniones, o tal vez debiera decirse a convocarlas. El motivo de esta negativa se puede ver aquí: " ‘Hay 32 proyectos de ley que tienen como cabecera la Comisión de Agricultura y Ganadería sobre los derechos de exportación. Esos 32 proyectos deben ser tratados algunos con Agricultura y Comercio, otros con Agricultura, Presupuesto e Industria, otros con Agricultura y Economías Regionales por lo que pedí el miércoles pasado a las autoridades de Diputados que unifiquen las comisiones en que se deben tratar los proyectos de ley que plantean con diferentes variantes los derechos de exportación’, justificó."
Sí, puede sonar a chicana. Tal vez lo sea. El Presidente de la Cámara, en este contexto y según los dichos transcriptos, se está o estuvo tomando su tiempo para resolver la cuestión. Además, suena un poco desproporcionado que se pretenda considerar treinta y dos proyectos en forma conjunta, y hasta me parece que tendría pocos antecedentes. Es de imaginar que se los clasificará en cierta manera, y dividir así su tratamiento. Suponiendo, obviamente, que el Presidente de la Comisión de Agricultura y Ganadería realmente va a convocarla.
Pero veamos esto con un poco de detalle. Y más si se tiene en cuenta que en la información más reciente se olvidaron de lo dicho por Cantero Gutiérrez.
Las notas que el Vicepresidente 1º de la Comisión dijo haber presentado presumiblemente le estarían solicitando la convocatoria a reunión para considerar el proyecto de retenciones acordado con la Mesa de Enlace. Pero habría treinta y un iniciativas más (algunas pueden verse acá, acá o acá).
¿Por qué es importante que los proyectos tengan un giro[i] unificado a las comisiones competentes? Dada la práctica habitual de análisis de las iniciativas, para su tratamiento conjunto es necesario que puedan ser considerados por las mismas comisiones. De lo contrario, debería haber dictámenes separados. El giro diferenciado podría provenir de que los proyectos tratan cuestiones diferentes: si bien todos se refieren a asuntos del campo, unos podrían contener disposiciones impositivas para el estudio de la Comisión de Presupuesto y Hacienda, mientras que otros hablen de sistemas de comercialización de los productos para el estudio de la Comisión de Comercio. O ambas cosas al mismo tiempo. U otras adicionales. Los autores de los proyectos son los que, de algún modo, “predeterminan” a qué comisiones les corresponde intervenir en la redacción de aquellos.
Por otro lado, en las mismas informaciones se dice que el oficialismo quedó en minoría en la Comisión, lo cual le es inaceptable tanto política como reglamentariamente. Es una regla aceptada por todos (y cuando digo “todos”, quiero decir “todos”) que las comisiones deben reflejar, en lo posible, la composición política del cuerpo. Es decir, si el partido X tiene la mayoría absoluta de la cámara de que se trate, debe tener la mayoría absoluta en todas y cada una de las comisiones. En el caso específico de la Comisión de Agricultura y Ganadería, el oficialismo tiene diecisiete diputados sobre treinta y cinco posibles. Esta última cantidad es el número máximo de miembros que puede tener la comisión de acuerdo al artículo 61 del Reglamento.
Se plantea la dificultad, entonces, de cómo solucionar este problema. De haber margen, con la designación de dos diputados más, se podría recomponer la relación de fuerzas. Pero no lo hay. Este sería un escollo más para la convocatoria a reunión de comisión.
Nadie dijo que fuera fácil. Aquí se puede ver un análisis de posibles estrategias para obtener una decisión del Congreso sobre las retenciones, aunque con alguna propuesta algo disparatada, como la de la iniciativa popular. Pero definitivamente no se trata de estudiar los caminos parlamentarios para el asunto. Apenas hay un atisbo en las declaraciones del Vicepresidente de la Comisión, pero nada más. Sin embargo, todas tienen un punto común, que es el largo plazo (en los términos en que viene planteado el conflicto), poco compatible con las permanentes amenazas, los gestos adustos, el “hundimiento” del que se hace gala todo el tiempo.
Nadie dijo que fuera fácil. Si los cronistas parlamentarios se tomaran en serio su trabajo, podrían hacer un seguimiento de los trámites involucrados en las declaraciones de los diputados Gribaudo y Cantero Gutiérrez. En particular, este último adoptó el compromiso implícito de convocar a la comisión cuando tuviera resuelto lo de los giros, y, de no hacerlo, se le podría preguntar qué lo detiene. Pero esas expresiones se fueron diluyendo por la propia dinámica del periodismo que tiende a “olvidarlas” a favor de la “alta política” (el lobby, la iniciativa popular, las elecciones, las “fuertes presiones” –que ahora sí parecen aceptables–, los candidatos del sector…).
Nadie dijo que fuera fácil.
[i] En la jerga parlamentaria, se denomina “giro” a la decisión del Presidente de la Cámara por la cual se remite un proyecto a una o varias comisiones para su estudio y eventual dictamen. En la práctica, esta tarea la realizan más de un funcionario en una primera instancia, lo que podría explicar la diferencia de criterios en algunos casos.
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