Casi sin disimulo hoy se puede ver cómo un medio periodístico, en este caso La Nación, aporta su granito de arena a la “sensación de desprestigio” del Congreso.
Para comprobarlo, basta leer en paralelo dos de sus notas:
- Las informaciones sobre el proyecto de ley de adelantamiento de las elecciones.
- La convocatoria para el jueves a considerar el proyecto de ley sobre las retenciones.
En el primer caso, se dice: “Como hizo cada vez que quiso apurar una ley, el oficialismo apeló al polémico atajo de convocar a una sesión especial para esquivar los plazos legales que impone el reglamento” (subrayado propio).
En el segundo, se puede leer el artículo completito, que no se podrá encontrar ninguna referencia a que el mecanismo utilizado por los diputados no oficialistas sea un “polémico atajo”. Pero sí que la instancia del jueves es clave o definitoria, y un disparador para nuevos cortes de ruta.
Al momento de escribir estas líneas la sesión de hoy sobre las elecciones ya comenzó, y el proyecto muy probablemente salga aprobado, mientras que mañana sólo va a haber “manifestaciones en minoría” (tal la expresión utilizada cuando hay discursos por falta de quórum).
El polémico diario utiliza el polémico mecanismo de realizar polémicas calificaciones para, polémicamente, arrimar más leña al fuego. Vaya uno a saber por qué –pero es fácil de imaginar– en un caso el mecanismo es “polémico”, pero en el otro su no realización es el fin del mundo y el muy probable retorno al peor escenario de 2008.
Todos los protagonistas involucrados –dirigencia, parlamentarios y, supongo, periodistas– saben que es falso que la convocatoria a una sesión especial en las condiciones planteadas sea “agotar todas las instancias”. Es más bien apurar “todas las instancias”, obtener el título catástrofe para la edición del viernes y asegurarse los cientos de comentarios fascistas de lectores indignados.
Acá no se juzga los proyectos en sí mismos. Y hasta podría aceptar que lo de las elecciones no es la mejor decisión. Pero si “informar” de la manera en que se hace no es jugar al juego del desprestigio, no sé qué pueda ser…
5 comentarios:
Pensé lo mismo cuando leí las notas en la semana!!! Aguante la neutralidad valorativa de la prensa argentina.
besos!
Gracias por el comentario, Princesa. Se ve que aún lectores bien educados, como se supone que son los de La Nación, sólo leen lo que tienen ganas que les digan...
Doctor, el negocio de la prensa es la publicidad. Las notas periodísticas son un pretexto, una carnada, un caramelo para mantener la atención del lector el tiempo suficiente como para que repare en los anuncios. De esta manera, el lector, reafirmado en su identidad porque lo que dice el medio coincide en gran medida con sus creencias previas, está más dispuesto a consumir que si lo llena de dudas e inquietudes algún objetivo e independiente análisis de la compleja realidad.
Licenciado, al final resultó usted aficionado a las teorías conspirativas.
Pareciera que todo se reduce a la búsqueda de cariño y reconocimiento... es decir, el viejo juego de las apariencias: yo hago como que informo, pienso y evalúo, y el lector como que busca análisis neutrales para sacar sus propias conclusiones.
Pero para eso estamos los bloggers, verdaderos adalides del periodismo independiente. (En fin...)
Doctor, me tomé el tiempo para contestarle, y lo hago mediante la prosa reciente de un filósofo:
"Los lectores eligen los diarios de acuerdo con lo que los entretiene, según su opción política, aspiración cultural y medio social. El señor que toma su lágrima en La Biela lee La Nación, mientras en un café de Villa Lugano no se ven diarios en la mesa como en Starbucks. El futbolero va a Clarín a ver cuántos puntos le puso Pagani a Montenegro, el porteño setentista compra Página/12, mi familia lee PERFIL, y el noventa por ciento de la gente no lee los diarios."
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