La Nación de hoy levanta un artículo de Rosendo Fraga, publicado en el sitio de Nueva Mayoría. Luego de analizar cómo votaron los senadores en los proyectos de ley sobre el nuevo régimen previsional y el plan anticrisis termina diciendo: “La conclusión es clara: mientras el ciudadano sea indiferente a cómo votan sus legisladores, estos pueden llegar aun a votar contra el interés provincial porque no pagan costo político con ello. Sólo si el voto funciona como un lógico sistema de premios y castigos, de acuerdo a como han votado los legisladores en la visión de los votantes, el Congreso recuperará el rol y el prestigio que debe tener”.
La verdad que bien podría haberse ahorrado el estudio previo para llegar a una síntesis tan obvia. Más aun si se tiene en cuenta que las premisas que utiliza de tan equivocadas son hasta sospechosas.
La tesis principal es que los senadores representan a las provincias. RF no lo dice directamente, pero el articulista que levantó el estudio para el diario lo hace con toda claridad, contundencia e ignorancia. Como corresponde. Como siempre.
Es verdad que es un lugar común pensar a los diputados como representantes del pueblo, y a los senadores como los de las provincias. Pero se supone que RF y La Nación están para algo más y tienen más preparación que para seguir alimentando los lugares comunes.
Cuando uno estudia (apenas) un poco la cuestión de la representación de diputados y senadores surgen pocos elementos que sustenten esta visión más acorde con una confederación, los que estaban presentes aún antes de la reforma de 1994, y la elección directa de los miembros de la Cámara Alta. Por ejemplo, que no hay ninguna norma constitucional que imponga a los senadores de una misma provincia a votar como bloque en el mismo sentido. Los senadores no son sólo embajadores de las provincias. Son legisladores en un sistema bicameral, que tiene su origen en la búsqueda de diversos equilibrios entre distintas necesidades.
En el ajedrez de los intereses provinciales y los intereses federales, tanto a senadores como a diputados les toca mover las piezas. De otro modo, no se entendería (o, tal vez, se debería criticar) a los diputados que se basan en los intereses provinciales para tomar alguna decisión.
La conclusión es clara: para fomentar el desprestigio del Congreso se puede usar cualquier argumento, sin importar si es apropiado o no.
Actualización: como buenos hermanitos, y jugando el mismo juego, Crítica reproduce el artículo, con un título más apropiado de Crónica: "La mayoría de los senadores boicoteó a sus provincias con la ley de AFJP". En fin...
1 comentario:
Hola Ric! estamos en sintonia, yo puse algo de eso ayer mi blog!
feliz finde!
besos
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