miércoles, 10 de noviembre de 2010

Atroces e inocentes

La secuencia sería más o menos así: diputados oficialistas mantienen conversaciones con los de la oposición, ejerciendo el tan ansiado y democrático diálogo, y como producto de ese intercambio llegan a acuerdos, los que, como tales, debieron dejar satisfechos a ambas partes. La Presidenta, ajena hasta el momento, es informada de estas circunstancias. Fiel a su estilo patoteril, pone el grito en el cielo y cual coronel de caballería ordena que las cosas no se van a hacer de ese modo, sino como ella diga. Los diputados oficialistas no pueden sino aceptarlo, lo ponen (¿humillados?) en conocimiento de los de la oposición y estos últimos salen a denunciarlo ante la opinión pública. Aunque suene increíble, esta situación se repetiría una y otra y otra vez, siendo su ejemplo más reciente el tratamiento del presupuesto.


“Rompen los acuerdos”, repiten algunos cual mantra sin dar mayores precisiones. “Así no se puede negociar”, continúan. Pregunto: si es real que los diputados oficialistas son tan poco confiables y genuflexos, ¿por qué insisten en dialogar con ellos? ¿Para qué perder el tiempo? Los diputados opositores, ¿serán tan inocentes? ¿O es que esperan que los oficialistas, finalmente, vean la luz y actúen como verdaderos parlamentarios?

Ni hace falta aclarar que no tengo la menor idea de cómo se sucedieron las conversaciones, ni las del presupuesto ni ninguna otra. Tal vez haya habido ruptura de acuerdos, no digo que no. Pero como la información viene de los órganos de prensa de la oposición (Clarín, La Nación, Parlamentario, obvio) mis dudas son, por decir lo menos, enooooormes. Porque si la secuencia es como dije al principio, ¿no es ridículo que los pobres diputados opositores se sigan dejando engañar por los atroces diputados oficialistas?

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