domingo, 8 de agosto de 2010

Calladitos, calladitos

El grupo A en la Cámara de Diputados lleva a las comisiones los dictámenes ya elaborados, y los firma casi sin discutirlos con “el resto”. Leuco, Elisaschev, Nelson Castro, Morales Solá, ¿no tienen nada que decir sobre esto? Aunque es un clásico que la mayoría se olvide de las críticas que realizaba cuando no lo era, muchos de los integrantes de la oposición fueron convertidos en adalides de la democracia por todos aquellos que están utilizando a los medios de comunicación como punta de lanza contra un proyecto político (y, lo que es peor, se dejan usar alegremente por las corporaciones mediático-empresarias). Pero lo cierto es que ya no se habla de “tropa” para referirse a un grupo de legisladores que actúa monolíticamente, ya no se habla de “imposición” para referirse a decisiones adoptadas por una mayoría, ya no se habla de “órdenes” para referirse a votaciones realizadas por legisladores en sintonía con los deseos de los dirigentes de esos diputados o senadores. Los ofendidos de ayer, son quienes callan cómplices hoy.


El martes pasado, la Comisión de Comercio de la Cámara de Diputados emitió un dictamen sobre uno de los temas sensibles de los últimos años como es el de la normalización del INDEC. Es posible que su importancia sea tanta como la que tuvo en su oportunidad la regulación de los medios audiovisuales. Sin embargo, las conductas y posicionamientos son diametralmente opuestos: si antes se exigió histérica (¿e histriónicamente?) un debate amplio, hoy el silencio ante su falta es abrumador; si antes se exigió la participación de todos los involucrados, hoy no asustan los gallos y medianoches. A cinco días del suceso, poco y nada se dice de la forma en que el grupo A pretende normalizar a un organismo importante del Estado.

Tropiezo con una frase que, aunque obvia, no deja de llamar mi atención, más que nada por su antigüedad: “la opinión de los gobernados es la base real de todo gobierno” (Albert Dicey, Lectures on the Relation between Law an Public Opinion in England during the Nineteenth Century, Londres, 1905, citado por G. Sartori, Teoría de la Democracia. El debate contemporáneo, Madrid, 2000, p. 117). Si la opinión está deformada, si los datos son parciales, si no se pone a su disposición todos los hechos, mala base puede ser.